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Edward Hopper tenía veintiún años cuando esbozó este autorretrato de tranquila confianza. Como estudiante de la prestigiosa New York School of Art, Hopper ganó premios de dibujo y pintura al óleo. Un compañero de clase recuerda que producía dibujos "brillantes" a una velocidad impresionante. Este rápido boceto revela la influencia del maestro de Hopper, Robert Henri, en su pose informal y sus fuertes y sueltas líneas de carboncillo. Ver más
Hopper está vestido con una chaqueta y un jersey de cuello alto.
Estos jerseys eran populares para los deportes masculinos al aire libre, especialmente el fútbol y el ciclismo. En parte por su elección de ropa, Hopper se retrata como joven, sin pretensiones y moderno. Aunque pasaron dos décadas antes de que se diera a conocer por su extrañamente misteriosa pintura realista, este dibujo muestra una sensibilidad moderna hacia el medio y la autorrepresentación.
En 1935, Hopper comentó: "En el desarrollo de cualquier artista, el germen de la obra posterior se encuentra siempre en la obra anterior. ... Lo que una vez fue, sigue siendo, con ligeras modificaciones".
Sobre Edward Hopper
Edward Hopper es una de las principales figuras del movimiento realista estadounidense, con cuadros como House by the Railroad (1925) y Nighthawks (1942).
Nacido en 1882 en el estado de Nueva York, Edward Hopper ingresó en la prestigiosa Escuela de Arte de Nueva York tras su formación secundaria. Se trasladó a Nueva York en 1908, donde fue contratado como ilustrador para campañas publicitarias. Ver más
Pronto se cansó del trabajo y expuso cuadros en su tiempo libre. Hacia 1915 pintó escenas de la vida americana y en 1920 presentó su primera exposición en el Whitney Studio Club, que tuvo un gran éxito. En 1924 se casó con Josephine Verstille Nivison.
Su particular estilo, de formas sencillas y colores más bien oscuros, juega con los contrastes entre luces y sombras. Hopper consiguió diversificar su enfoque realista, con paisajes escenificados, a veces urbanos y a veces rurales. Los personajes que pinta suelen inspirar una impresión de soledad y exclusión. La mayoría de sus óleos reflejan un país en plena transformación económica y social. En 1945, Edward Hopper fue admitido en la Academia Americana de las Artes y las Letras. Recibió numerosos premios y honores, incluido el título de Doctor en Bellas Artes del Instituto de Arte de Chicago en 1955.