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Descripción
En La joven de la perla, una de las imágenes más atractivas de Vermeer, una joven vestida con un exótico turbante se gira y mira fijamente al espectador. Sus ojos líquidos y su boca entreabierta le confieren una presencia inmediata, pero su pureza y su traje evocador le dan una cualidad duradera, sin limitaciones de tiempo o lugar.
La escala relativamente grande de esta figura revela cómo Vermeer potenció la sensación de realismo a través de sus expresivas técnicas pictóricas. Ver más
Por ejemplo, animó la media sonrisa de la muchacha con dos pequeños puntos blancos a cada lado de la boca, haciendo eco de los reflejos de sus ojos. También utilizó ingeniosamente sus pinturas para captar el efecto de la luz que caía sobre sus rasgos, su turbante y su chaqueta de color ocre. Indicó que la luz se reflejaba en el color blanco del pendiente de perla, pero también, y de forma más sutil, en las sombras de su mejilla izquierda.
El fondo de La joven de la perla no aparece como cuando salió del caballete de Vermeer. Un análisis reciente muestra que el artista pintó una "veladura" transparente de pintura verde sobre la pintura de fondo oscura. Originalmente, el fondo habría aparecido como un verde translúcido, liso, brillante, duro y profundo. Este tono opuesto al tono cálido de la carne probablemente producía un efecto óptico más vivo que el que vemos hoy.
Los fondos oscuros se utilizaban mucho en los retratos para realzar el efecto tridimensional de la figura. La expresión enigmática de la muchacha, unida al misterio de su identidad, ha llevado a algunos a compararla con el equívoco sujeto de la Mona Lisa de Leonardo.
A pesar de la sensación de inmediatez creada por Vermeer, la imagen idealizada de la muchacha transmite una sensación de belleza intemporal. Vermeer trabajó como un clasicista, depurando sus imágenes para expresar las cualidades duraderas de la vida, más que las pasajeras.