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Existen dos versiones de la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci (la versión del Louvre se pintó primero). Estos dos cuadros son un buen punto de partida para definir las cualidades del nuevo estilo del Alto Renacimiento. Leonardo pintó ambos cuadros en Milán, donde había dejado Florencia.
Normalmente, cuando vemos a María y a Cristo (por ejemplo, en los cuadros de Lippi y Giotto), María está entronizada como Reina del Cielo. Ver más
Aquí, por el contrario, vemos a María sentada en el suelo. Este tipo de representación de María se denomina Madonna de la humildad.
María tiene su brazo derecho alrededor del niño San Juan Bautista, que hace un gesto de oración al niño Jesús. El niño Jesús, a su vez, bendice a San Juan. La mano izquierda de María se cierne protectora sobre la cabeza de su hijo mientras un ángel mira y señala a San Juan. Los personajes se sitúan en un paisaje fabuloso y místico, con ríos que parecen desembocar en una representación del Paraíso de Leonardo. En el primer plano vemos plantas y flores cuidadosamente observadas y representadas con precisión.
Enseguida nos damos cuenta de la belleza ideal de María y de sus gráciles movimientos, característicos del Alto Renacimiento.
Es la primera vez que un artista italiano del Renacimiento abandona por completo los halos. Fra Filippo Lippi ha reducido el halo a un estrecho anillo alrededor de la cabeza de María. Es evidente que el carácter irreal y simbólico de la aureola estaba en contradicción con el realismo renacentista. En cierto modo, era un vestigio necesario de la Edad Media: ¿cómo indicar si no la divinidad de una figura?