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La Última Cena es el famoso fresco pintado por Leonardo da Vinci entre 1495 y 1497. Se encuentra en Milán, en el convento dominicano de Santa Maria delle Grazie.
El cuadro, de 4,60 metros de alto y 8,80 de ancho, ha sido sometido a 19 años de restauración. En el transcurso de los trabajos, los científicos descubrieron que hoy en día sólo es visible el 20% del original. Ver más
Leonardo tardó varios años en elegir los modelos para su Última Cena. Muchos pintores de su época repetían las figuras de una obra a otra si les gustaban. Los modelos eran los mismos, independientemente de quiénes fueran, pero Leonardo tenía una forma diferente de trabajar. Estudiaba la naturaleza y el aspecto de la figura que quería pintar y luego, cuando sabía lo que quería, iba a un lugar donde era probable encontrar personas con esas características. Tomaba notas de sus rostros, movimientos y actitudes, y no dejaba de hacerlo hasta que encontraba el modelo que se ajustaba a lo que tenía en mente.
En el caso de la Última Cena, elegía sus modelos con especial cuidado. Cuenta la leyenda que Leonardo encontró un joven para Jesucristo que era exactamente lo que buscaba. El elegido evocaba tanto la vida como la fuerza espiritual. Durante seis meses modeló para él.
El tiempo pasó y, aunque la obra estaba casi terminada, el prior de Santa Maria delle Grazie se impacientó y se quejó de que Judas seguía sin rostro.
Leonardo se dirigió a la prisión, donde se encontraban los condenados, para ver si podía encontrar a su modelo. Allí vio a un hombre que había cometido muchas atrocidades y que iba a ser ejecutado. Era exactamente lo que buscaba, su rostro reflejaba maldad, odio y maldad, tenía en sus ojos una dureza y frialdad perfectas para Judas el traidor.