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Nuestro lienzo está estirado a mano de forma profesional y con una capa de tinta protectora para un acabado superior de calidad de museo.
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Descripción
Hay dos principios opuestos en este logro de Joan Miró: el carácter meditativo de la contemplación y el tumulto de las pasiones humanas.
Sobre el fondo azul uniforme, un motivo de doce formas redondas ocupa la parte central de la composición. La gran cicatriz roja, que atraviesa el espacio de arriba abajo como una puñalada, interrumpe el ritmo regular de su progresión, a menos que sea el punto de partida. Ver más
Estos guijarros negros recuerdan a las rocas que componen los jardines zen de Japón, aparentemente al azar.
Joan Miró, tras un periodo de aclimatación improductivo, realizó estos tres cuadros azules, pinturas inmersivas, si se quiere, de dimensiones monumentales, que reflejan tanto su admiración por el expresionismo abstracto, descubierto en Estados Unidos en 1947, como su interés por la caligrafía oriental.
Sobre Joan Miró
Joan Miró fue uno de los artistas más influyentes del siglo XX. Aunque a menudo se le identifica como surrealista, Miró fue un creador inquieto que se dejó impregnar por diversos movimientos pictóricos como el fauvismo, el cubismo, el arte naif y la abstracción.
Sin embargo, el artista catalán consiguió crear su propio estilo reinventándose siempre que lo consideró necesario. Ver más
Miró abandonó España al comienzo de la Guerra Civil y se instaló en París. Durante estos años diseñó carteles para el Ejército Republicano y participó en el Pabellón de la República Española en la Exposición Universal de París de 1937. La influencia oscura y dramática de la guerra se dejó sentir en su obra durante este periodo.
Regresó a España cuando París fue ocupada por las tropas de Hitler en 1940 y, tras vivir en varios lugares, se instaló finalmente en Palma de Mallorca. Tras su regreso a España, se convirtió en un referente para los jóvenes artistas y comenzó a obtener reconocimiento y fama internacional. Por esta época, Miró comenzó a ampliar su obra a otros campos como la cerámica y la escultura.
La primera retrospectiva de Miró en España no se celebró hasta 1968, en Barcelona. En su afán por acercar su obra al público, también trabajó como impresor y grabador. Desde finales de los 60 y principios de los 70 se dedicó casi exclusivamente a la escultura.