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Elegancia, ligereza extrema y brillo natural de los colores en cada detalle.
Combinando modernidad y ligereza, el montaje en aluminio ofrece a una exigente clientela una alta resolución con colores brillantes y naturales que resaltan cada detalle de la obra.
Gracias a su superficie robusta e impermeable, también es adecuado para espacios húmedos como cocinas, baños y habitaciones exteriores.
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Descripción
Dido construyendo Cartago o El auge del imperio cartaginés es un famoso cuadro del pintor William Turner, que lo describió como su obra maestra, y que data de 1815.
El tema es un paisaje clásico de la Eneida de Virgilio. La figura en azul y blanco de la izquierda es Dido, dirigiendo a los constructores de la nueva ciudad de Cartago (la mítica ciudad en cuyos orígenes se encuentra la reina Elisa (la Dido de Virgilio), que abandonó la ciudad fenicia de Tiro, donde su marido acababa de ser asesinado, para ir a fundar otra ciudad en el norte de África). Ver más
La figura que está frente a ella, con armadura y de espaldas al espectador, podría ser su amante troyano Eneas. Unos niños juegan con un frágil barco de juguete en el agua, que simboliza el creciente pero frágil poder naval de Cartago, mientras que la tumba de su difunto marido Siqueo, en la parte derecha del cuadro, al otro lado del estuario, presagia la muerte final de Cartago.
Sobre William Turner
(Londres, 1775-id., 1851) Pintor británico. Turner fue un artista precoz, admitido como alumno en la Royal Academy a los catorce años, de la que fue nombrado miembro asociado en 1799, a los veinticuatro años, y de la que fue también, más tarde, profesor y vicepresidente. Su temprana afición a la pintura se convirtió desde el principio en una vocación de paisajista, hasta el punto de que el paisaje fue el único tema que cultivó y del que se convirtió en un maestro indiscutible. Ver más
A partir de 1792, tomó la costumbre de anotar paisajes y vistas para venderlos a grabadores o transformarlos posteriormente en óleos o acuarelas. Esta línea de trabajo, mantenida durante toda su vida, está en el origen del gran número de dibujos que dejó tras su muerte, así como de los incluidos en obras como Puertos de Inglaterra o Vistas pintorescas de las costas del sur de Inglaterra.
Aunque su obra fue objeto de muchas discusiones, tuvo admiradores y mecenas incondicionales, como el Tercer Conde de Egremont y John Ruskin. Por ello, disfrutó de un gran alivio económico, que le permitió realizar constantes viajes a diferentes países (Francia, Suiza, Italia), de los que guarda un recuerdo memorable, como por ejemplo su serie de vistas de Venecia.
Desde el principio, sus paisajes son totalmente románticos por el carácter dramático de los temas que trata y muestran un interés particular por el espacio atmosférico y los efectos de luz. Estos dos rasgos, más característicos de su particular estilo, siguieron estando presentes hasta el final de su carrera, aunque en composiciones cada vez más esquemáticas y abstractas en las que el color ocupaba un lugar absoluto. En sus últimos años, llevó una existencia solitaria, con la presencia casi exclusiva de su amante, Sophia Booth.