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Paul Gauguin, hacia el final de su vida en la Polinesia Francesa, desarrolló su propia técnica para crear una imagen única de doble cara. Ambos lados representan a una joven tahitiana como Eva en el Jardín del Edén, rodeada por el Diablo en forma de serpiente, una oscura figura a caballo y un Adán caído. Un lado presenta líneas finas en azul y negro, mientras que en el otro lado, estas marcas parecen más gruesas y oscuras con manchas oscuras y tinta ocre. Ver más
El lado más colorido y detallado probablemente estaba destinado a los espectadores.
Aunque el dibujo puede parecer rudimentario a primera vista, revela una gran sofisticación con marcas matizadas y un cuidadoso uso del color. Gauguin recubrió un trozo de papel con tinta de impresión, dibujó la composición inicial con lápiz negro, añadió sombreados con tinta ocre, reforzó los contornos con crayón azul y utilizó la presión de los instrumentos para transferir la tinta al reverso. Tuvo que reemplazar la hoja entintada entre las impresiones y usar un disolvente para difuminar ciertas áreas.
La obra explora temas duales como el bien y el mal, y Gauguin utilizó símbolos para evocar interpretaciones variadas. La figura de Eva, aunque mira directamente al espectador, expresa una ambivalencia difícil de descifrar. Esta Eva y el jinete con capucha detrás de ella se utilizaron en otras obras de Gauguin. El artista pudo haberse inspirado en motivos del Partenón y simbolizado la Muerte en el jinete con capucha.
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