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Este retrato ocupa un lugar significativo en el viaje artístico de Paul Gauguin durante sus primeros días en Tahití. Representa uno de sus primeros intentos de capturar la esencia de los rostros tahitianos, un tema que ansiaba explorar. En su obra escrita, "Noa Noa", Gauguin comparte su motivación para crear este retrato, expresando un fuerte deseo de familiarizarse con las características únicas de los individuos tahitianos. Ver más
Su sujeto para este retrato en particular era una joven de ascendencia tahitiana pura, miembro de su comunidad local.
Mientras Gauguin trabajaba en su pintura, aprovechó un momento discreto cuando la joven estaba absorta en la contemplación de obras de arte religioso de artistas italianos primitivos. Aprovechando esta oportunidad, comenzó discretamente a bosquejar su semblante. Sin embargo, sus acciones no pasaron desapercibidas. Repentinamente, ella notó que el retrato tomaba forma y, con un ligero descontento, exclamó: "A ita!", que significa "no". Su respuesta estuvo acompañada de una salida apresurada de la escena.
Este breve encuentro capturado por Gauguin no solo revela su fascinación por la cultura y la estética tahitianas, sino que también refleja los desafíos y matices de la interacción intercultural y la observación artística. Sirve como testimonio de su dedicación en el estudio y la representación de la gente y la vida de Tahití durante su tiempo allí.